Perspectiva

Queremos una igualdad real

Reclamamos medidas que garanticen la conciliación y un salario justo e igualitario.

A pesar de los grandes avances que, como sociedad estamos promoviendo para construir las bases de un mundo más equitativo, inclusivo y sostenible, la desigualdad de género sigue acampando entre nosotros y dejando su huella, una huella que pisa también el capítulo salarial. Es así en todos los ámbitos y el nuestro no es una excepción. 

Todos los análisis realizados sobre la brecha salarial de género en el ámbito de la salud, incluido el propiciado por la Organización Mundial de la Salud y la Organización Internacional del Trabajo tras la pandemia, ponen cifras a esta problemática. 

También la última Encuesta de Estructura Salarial del Instituto Nacional de Estadística, que refleja una diferencia de 8.775 euros anuales en los salarios de hombres y mujeres dentro del sector de actividades sanitarias y servicios sociales.

Una brecha tras la que se esconde una infravaloración de lo que hacemos y aportamos al conjunto del sistema sanitario y el propio tejido social. 

Insostenible

Algo injusto e insostenible que evidencia que la sombra de la feminización sigue persiguiéndonos y ralentizando nuestro avance laboral.

Un ejemplo de esa desigualdad es que aún hoy el Ministerio de Función Pública no reconoce que, teniendo los mismos créditos ECTS que otras profesiones, nos encuadremos en el mismo nivel de clasificación profesional con la misma retribución.

Igual formación, mismo salario, esa máxima deberían defenderla quienes nos gobiernan si como declaran “España está a la vanguardia del feminismo mundial”. 

Brecha salarial

Mientras tanto, nuestra brecha salarial sigue creciendo también fruto de que las mujeres seguimos reduciendo más nuestras jornadas para asumir los cuidados del ámbito familiar y seguimos siendo, por mucho, quienes solicitamos más excedencias, lo que constituye un recorte permanente en nuestra caja, que se perpetúa a futuro en nuestra pensión. Doblemente penalizadas sólo por el hecho de ser mujeres.

Y, por si fuera poco, nuestra escasa presencia en puestos de dirección y gestión, también provocada en muchos casos por esa falta de reconocimiento y la ausencia de medidas de conciliación, siguen minando nuestro salario ante la falta de una estructura del trabajo con perspectiva de género.  

Pero, ¿cómo podemos combatir la brecha salarial? Está claro que hay que actuar sobre la falta de reconocimiento profesional, que actúa de desincentivo y limita tanto el reclutamiento como la progresión de nuestras carreras profesionales, pero también en el desarrollo de medidas de conciliación que favorezcan la igualdad entre hombres y mujeres. 

Porque tenemos la cruz de estar a la cola en la implementación y respeto a las medidas de conciliación, con un Estatuto Marco que nos retrotrae casi al siglo pasado. Estamos reguladas por una normativa que data de 2003. 

8M

Nuestra lucha por la igualdad va a seguir creciendo, pese a quien le pese. Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, y cada día, en todas las mesas de negociación,  comités de empresa, juntas de personal, en los centros, ante las gerencias, etc... vamos a seguir exigiendo poder ejercer y desarrollar nuestra profesión con un trato justo que nos deje alcanzar los puestos directivos, que nos conceda las mismas oportunidades de promoción profesional, y que reconozca nuestras competencias, conocimientos, y experiencia. 

Vamos a seguir exigiendo medidas de conciliación y un salario justo, igual al de otras profesiones con nuestra misma formación.  

Una política de recursos humanos que nos reconozca, que nos respete, que nos apoye y que promueva una igualdad real.