Igualdad

Mujer, enfermera e investigadora

Solo un 33,3% de las personas que investigan son mujeres, según datos de la Organización de las Naciones Unidas. Una cifra muy baja que demuestra que ser mujer e investigadora es todo un reto en pleno S.XXI. Una brecha de género a la que también se enfrentan las enfermeras.

Cada 11 de febrero se conmemora el Día de la Niña y la Mujer en la Ciencia con el fin de acercar y fomentar el interés por la ciencia entre niñas y adolescentes, impulsar su difusión e incentivar y dar a conocer el papel del liderazgo femenino.

Para abordar algunos de los retos a los que se enfrenta la sociedad y en concreto la sanidad, es imprescindible sacar partido a todos los talentos. Así lo afirma Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO, que asegura que “solo aprovechando  todas  las  fuentes  de  conocimiento y de talento podremos liberar plenamente el potencial de la ciencia y estar a la altura de los desafíos de nuestro tiempo."

Esto significa que es fundamental que el talento femenino se sume al ámbito científico para lograr una investigación más diversa, con nuevas perspectivas y creatividad.

Ciencia y Sanidad

La ciencia y la sanidad siguen evolucionando y aunque el 70% de la fuerza sanitaria tiene nombre de mujer, todavía hay mucho por hacer para desarrollar el ámbito de la investigación científica en enfermería y su aplicación a la práctica clínica.

Las enfermeras y fisioterapeutas deben avanzar y trabajar en pro de una investigación cuyo objetivo final sea el de crear proyectos innovadores que mejoren la atención sanitaria y conseguir así una Sanidad basada en la evidencia.

SATSE, a favor de la enfermera investigadora

Para ello SATSE reivindica una categoría profesional específica que permita a las enfermeras investigar dentro de su jornada laboral. Una categoría que implique un aumento de los recursos económicos de los que actualmente se disponen para la investigación en este ámbito.

Actualmente, las enfermeras que se dedican a la investigación lo hacen sin reconocimiento formal, no gozan ni de regulación, ni de apoyo institucional en la mayor parte de los casos.

El Sindicato de Enfermería reclama favorecer la compatibilidad de la actividad asistencial con la investigadora y la participación de las y los profesionales de Enfermería en programas internacionales de investigación.

También demanda de las organizaciones externas al Sistema Nacional de Salud para las que estos profesionales trabajan, flexibilidad para poder conciliar la actividad asistencial y la investigadora .

¿Qué hace una enfermera investigadora?

Según un artículo publicado en la Revista Española de Salud Pública  existen cuatro perfiles de enfermeras relacionadas con la investigación y cada una de ellas tiene diferentes funciones:

Enfermera de investigación clínica o coordinadora de casos clínicos.

En el artículo “Rol de la enfermería en la investigación” se define a la enfermera de investigación clínica como la encargada de la “coordinación y gestión de ensayos clínicos principalmente, para garantizar el cumplimiento de los protocolos de estudio y de los procedimientos, así como los requisitos de gobernanza de la investigación y la seguridad del paciente, sin intervenir en su diseño. La legislación y las Buenas Prácticas Clínicas (BPC) exigen la presencia de las EIC para asegurar que todos los estudios cumplen con los requisitos exigidos por las agencias reguladoras”.

Además, es la figura que garantiza la seguridad de los pacientes recopilando, registrando y documentando “la aparición de síntomas no esperados mediante la notificación de eventos adversos, ya sean relacionados o no con el mismo”.  

Su trabajo también es clave a la hora de describir fielmente el propósito de estudio a los pacientes y sus familiares y asegurarse de que ambos comprenden correctamente en lo que se están involucrando antes de decidir si quieren participar o no.

Enfermera investigadora

A diferencia del rol anterior, la enfermera investigadora “desarrolla sus propias ideas y diseña proyectos de investigación en cuidados”.

Esta profesional se encargar de liderar las diferentes actividades que se llevan a cabo en el estudio “para asegurar que se cumplen todos los requisitos de gobernanza de la investigación”. En este sentido, es la encargada de diseñar el estudio, solicitar la evaluación al comité correspondiente y realizar los trámites necesarios para su puesta en marcha.

También es la responsable de “la obtención del consentimiento de los sujetos del estudio y la recopilación y análisis de los datos”.

Enfermera de apoyo a la investigación.

Se trata de un perfil altamente cualificado y con experiencia en el ámbito de la investigación. La mayoría de ellas poseen un doctorado y una amplia formación en metodología de investigación. Para Nieves Moro-Tejedor y Ana García-Pozo, autoras del artículo, la enfermera de apoyo a la investigación dedica “su actividad profesional a detectar posibles áreas de investigación, estimular a investigadores noveles, consolidar grupos de investigación, realizar docencia, visibilizar la investigación realizada, facilitar la aplicación en convocatorias de financiación, etc”.  Son las encargadas de intensificar e incentivar las actividades de investigación en cuidados “que se desarrollen en sus centros de referencia”.

Enfermera consumidora de investigación.

Para las autoras de este artículo, esta no es una categoría especial ya que “todas las enfermeras graduadas que quieran ejercer con responsabilidad y seguridad deberían ser consumidoras de investigación” para asegurarse de que están proporcionando unos cuidados que están actualizados y se acercan a la mejor evidencia disponible en esa materia. Para ello, es necesario que las enfermeras adquieran y desarrollen habilidades de lectura crítica “durante su período de formación o mediante formación obligatoria de desarrollo profesional”.

Situación en España de las enfermeras investigadoras

Según el "Artículo 85. Actividades investigadoras en los centros del Sistema Nacional de Salud", que recoge la Ley 17/2022, del 5 de septiembre, por la que se mofica la Ley 14/2011, del 1 de junio, de la Ciencia, la teconología y la innovación: "las Administraciones Públicas, en el marco de la planificación de sus recursos humanos, incorporarán a los servicios de salud personal investigador en régimen estatutario a través de categorías profesionales específicas que permitan de forma estable y estructural la dedicación a funciones de investigación de entre el cincuenta y el cien por cien de la jornada laboral ordinaria. El personal sanitario que acceda a estas categorías profesionales específicas podrá dedicar el resto de la jornada a funciones en los ámbitos asistencial, docente, de gestión clínica, de prevención y de información y educación sanitarias según se determine en el ámbito competencial correspondiente".

A pesar de que la ley lo permite, en nuestro país aún no existe una categoría profesional específica de “enfermera investigadora”. Andalucía es la única de las Comunidades Autónomas que si prevé en la Estrategia de Investigación e Innovación en Salud de Andalucía 2020-2023 la creación de categorías profesionales en el ámbito de la enfermería, en concreto de Enfermería Clínica y de Investigación.

En septiembre de 2023, la Consejera de Salud y Consumo de la Junta de Andalucía, Catalina García, aseguró que se estaba elaborando la orden para la incorporación de las figuras de clínico investigadora para las enfermeras, que ya habían sido “negociadas y acordadas en la mesa sectorial con el Servicio Andaluz de Salud". En concreto se trata de las categorías de enfermería clínica investigadora y de enfermería especializada clínica investigadora.

Lamentablemente, a fecha de hoy, estas categorías siguen sin ser una realidad ni en Andalucía, ni en el resto del país.

Las mujeres, menos financiación

Un trabajo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y publicado en la revista Quantitative Science Studies  ha realizado un estudio sobre los sesgos de género en la evaluación de la financiación de la investigación.

En general, “las mujeres tienen una promoción profesional más lenta, obtienen cátedras especiales de menor prestigio, muestran patrones de publicación y citación más débiles, tienden a colaborar menos y obtienen mayores tasas de rechazo en las revistas científicas”.

Además, las investigadoras reciben becas de investigación más modestas que sus compañeros masculinos y, aunque representan el 33,3% de todos los investigadores, sólo el 12% de los miembros de las academias científicas nacionales son mujeres.