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El sistema universitario y científico español en crisis

Las condiciones de precariedad han provocado un éxodo sin precedentes y más de 37.000 investigadores españoles trabajan, en la actualidad, en el extranjero.

El sistema universitario y científico español sigue sufriendo las consecuencias de la crisis. La caída de las inversiones en I+D y la precarización de las plantillas universitarias están provocando una destacable pérdida de competitividad y amenaza la calidad docente. La normativa que durante los años de la crisis ha impedido la reposición de las plazas que quedaban libres y los recortes en los presupuestos universitarios han generado la aparición de enormes bolsas de profesorado precario y mal pagado.

La precariedad se concentra en la categoría de los profesores asociados, una figura que fue creada para que profesionales de prestigio de diferentes campos pudieran aportar su experiencia a la Universidad, informa El País.

La congelación de plantillas ha pervertido esta figura de manera que, en muchos casos, son en realidad falsos asociados, es decir, profesores que tienen en la Universidad su principal actividad y se ven obligados a darse de alta como autónomos para justificar una actividad externa. La remuneración que perciben —de 350 a 680 euros mensuales— es significativamente baja teniendo en cuenta que la mayoría de ellos están altamente cualificados y reúnen experiencia y méritos suficientes para ocupar una plaza permanente.

Este sistema impide o retrasa el desarrollo de una verdadera carrera profesional. No es normal que casi la mitad de los profesores que acceden a una plaza de titular tenga más de 50 años. Es obvio que un sistema tan precario no puede garantizar la calidad docente que es exigible a la Universidad pública y acaba beneficiando a las Universidades privadas, que no tienen corsés a la hora de contratar.

Esta situación ha lastrado también la actividad científica del sistema universitario. Las condiciones de precariedad han provocado un éxodo sin precedentes. En estos momentos hay más de 37.000 investigadores españoles en el extranjero. Que los científicos salgan en busca de experiencia internacional es positivo si al mismo tiempo el sistema universitario español es capaz de atraer talento extranjero. Pero la falta de recursos y las rigideces burocráticas lo impiden, de manera que ese viaje, que es solo de ida, se convierte en una forma de regalar talento y permitir que otros países capitalicen la inversión que como sociedad hemos hecho en su formación.

Según dos informes de la Confederación de Sociedades Científicas de España y de la Fundación Alternativas, esta descapitalización se traduce en un retroceso sin precedentes de nuestra capacidad de competir. El registro de patentes internacionales ha caído un 60 por ciento y cada vez estamos más lejos de la media de la UE en I+D, cuando se ha demostrado que los países que más invierten en educación y ciencia son también los que mejor sortean la crisis económica y más empleo crean.

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