¿Como está afectando la Covid-19 a la Universidad?

El ámbito universitario es uno de los focos en los que se ha puesto la atención social y mediática en nuestro país por la afectación que pueda tener la expansión de la Covid-19. La aparición de algunos brotes importantes, la realización o no de las clases presenciales y la concienciación de los jóvenes ante la actual pandemia ha generado opiniones  distintas y, en ocasiones, contrapuestas. 

Se trata de un ámbito muy importante y sensible ya que, al igual que los centros escolares, todo lo que afecta a la formación y educación de jóvenes, niños y niñas requiere de actuaciones y políticas que garanticen la adquisición de los conocimientos y habilidades necesarias para un futuro desarrollo, no solo profesional sino también personal. 

La aparición de brotes importantes de coronavirus, en algunos casos asociados a fiestas multitudinarias, a residencias y colegios mayores, ha obligado a suspender la docencia presencial en un buen número de universidades, caso, por ejemplo, de las de Cataluña o algunas de Andalucía, Asturias y Madrid. 

Esta suspensión no ha sido bien acogida, en términos generales, por los estudiantes, los cuales han protagonizado diversas protestas. Por su parte, desde la universidad se insiste en que se había hecho un gran esfuerzo para asegurar que las clases pudieran impartirse con seguridad a través de los protocolos establecidos. 

En este punto se resalta que los brotes suelen estar relacionadas con actividades lúdicas y de ocio de los estudiantes fuera de las clases, entrando también en el debate la necesidad de cerrar bares y establecimientos en los que los jóvenes siguen manteniendo, en algunos casos, conductas que propician el contagio del virus. 

Cuando se ha producido la suspensión de las clases presenciales se ha insistido en que hay que asegurar que la docencia online alcanza los estándares de calidad necesarios y garantizar las ayudas precisas para que ningún alumno se quede atrás. 

Por último, desde el Gobierno y otros estamentos se apunta a que no se puede poner un policía detrás de cada joven y que las políticas de salud pública no pueden basarse únicamente en prohibiciones. Ante esta realidad, se subraya la importancia de mejorar la sensibilización de cara a los jóvenes, los cuales suelen tener una percepción del riesgo inversamente proporcional a su edad.